Mariposas de sombra

Asalie rechazó sin enojo la botella plástica con agua que le ofrecieron al dejar atrás la sala del Consejo General. El calor era abrumador al interior del viejo edificio. Nueva York vivía una racha cálida en pleno invierno con picos de cuarenta grados centígrados. Del elevado techo provenía algo de aire fresco al tiempo que retumbaba el sonido de la maquinaria del aire acondicionado.

—Estuviste excelente —susurró Nisha al recibirla y darle un abrazo—.
—Muchas gracias, Ni —respondió Asalie y rompió el contacto para mirar las pantallas—. ¿Se votará hoy?
—China e India quieren aplazar la votación al igual que la República Texana. Hablé —siguió Nisha luego de un largo suspiro— con el representante de la Confederación Americana del Este… sostiene que se abstendrá a menos que California ceda las patentes de las turbinas oceánicas y reabra los puertos de la Unión. Lo normal, allí están sentados los representantes y detrás el hormiguero cabildea en la oscuridad. Promesas, pactos, amenazas a aliados y enemigos es la danza de las naciones.

En la pantalla la presidenta de la Unión Europea, Lydia Dioscórides, exponía enérgicamente que eran demasiados años huyendo al futuro y sólo enfrente el fin de la civilización.
—Demasiados lugares comunes —comentó Asalie sin dejar de mirar—. Son verdades, pero repiten tanto esas frases que se vuelven huecas.
—Por eso era importante que te hicieras presente en su foro climático, que lleva treinta años sin concretar acciones.

Nisha se detuvo un momento al recibir la notificación de mensajes nuevos, activó el holo del dispositivo en su muñeca y se quedó inmóvil.

Lydia terminó su discurso con un “es tiempo” y Asalie meneó su cabeza. Estaba contrariada. La secretaria general tomó la palabra.
—Ni, ¿qué pasó? ¿Por qué callaste? —preguntó Asalie.
—¡Perdón! ¿Te acuerdas cuando te dije que llegaría el momento en que el capitalismo moriría al extinguirse los clientes?
—¿Y luego?

—El triunvirato de la Unión aceptó nuestra propuesta y solicitan que estemos con ellos cuanto antes.
—¿Los Musk, Bezos y Gates finalmente aceptaron? ¿Después de cinco años de ningunearnos?
—Estoy igualmente sorprendida que tú, As. ¿Avión o tren?

Asalie miró con ruda seriedad a Nisha y luego ambas estallaron en risas.
—Tenía que intentarlo y algún día debes reintentarlo.
—Vamos por los boletos del tren… aquí no hay mucho qué hacer.

En la pantalla se anunciaba que la votación se posponía indefinidamente.

Suleimán Khasis, Director General de New Space, terminó su presentación. La enorme sala de la Fundación Larry Ellison estaba casi vacía. Asalie, Nisha y los representantes de Umbra, su proyecto, les asignaron los lugares del centro. A los lados se encontraban el personal del triunvirato que gobernaba la Unión Oeste de los Estados Americanos y directivos del Silicon Valley. En el estrado, detrás de una mesa, los triunviros comentaban entre ellos.

—¿Alguna pregunta? —repitió Suleimán.
—Me parece excelente —empezó Asalie antes de que le pasaran un micrófono—. ¡Gracias! Antes que nada, les agradezco que tomen en cuenta y en serio el tema del calentamiento, así como nuestra idea. Sin embargo, si realmente desean apoyarnos, ¿por qué solamente se tiene en cuenta la prueba de concepto? Tres cohetes donde cada uno lleva tres prototipos —pausó para tomar un papel que Nisha le extendió— apenas cubrirán un campo de fútbol.

—Es la forma de anunciar que la Unión y las empresas que conforman su gobierno ya actúan y no están a la espera —interrumpió John, uno de los triunviros.
—Estoy de acuerdo, hay que empezar, siempre hay que empezar en un punto. Le agradezco al doctor Khasis el que dispongan tres de los casi cien cohetes semestrales que operan para llevar suministros y material a las estaciones espaciales. Sin embargo, ¿qué sigue?
—Si la prueba de concepto tiene el efecto deseado en las redes sociales y podemos volvernos el centro de atención de una décima parte de la población mundial, entonces podemos invitarlos a que formen parte de la solución.
—¿A que formen parte de la solución, triunviro John? Déjeme ver si entiendo bien sus palabras, ¿a que compren productos y usen los servicios de los aquí presentes? ¿Por eso los logos en cada nave y en el cargamento? El clima puede ser tema de mercadotecnia, pero no es mercadotecnia ni pretexto. Fuimos claros al igual que Greta, los 98, Okupa mundial y otros: no greenwashing, no oceanwashing y, debo añadir, no sunwashing.
—¿Qué propone, señorita Asalie Erewhon? De alguna forma esto debe ser financiado. Le recuerdo que su campaña de crowdfunding no alcanzó su objetivo que era rentar uno de los Falcon Xtream para llevar esos juguetes a órbita.

Nisha tomó el tembloroso puño de Asalie. Khasis y los otros dos triunviros se notaban muy incómodos. No convenía un estallido de furia del que muchas veces fueron objeto de burla en las redes.

—Triunviro John, ustedes tienen un excelente negocio en el turismo espacial donde sólo los ultrarricos pueden viajar. Me parece formidable que usen sus plataformas espaciales para tanta investigación que les permite el desarrollo de terapias médicas que pocos pueden pagar. Le quiero hacer una pregunta, ¿y de qué servirán sus productos y servicios cuando sólo queden ustedes y los ultrarricos escondidos en el espacio?

— Señorita Asalie… —empezó el doctor Khasis.
—Asalie, por favor.
—Una disculpa, Asalie. Con exactitud, ¿qué buscas?
—No soy yo, somos nosotros. Umbra no busca la mal llamada “extinción del capitalismo”. Entendemos que no podemos cambiar un sistema político, social y económico de la noche a la mañana. Mucho menos cuando nuestra civilización depende tan fuertemente de la tecnología para alimentos, comunicación, transporte, seguridad y otros factores.

—Sin embargo, parecen compartir el actuar de Greenhavoc. ¿O no? —interrumpió el triunviro John.
—Puede señalar mis errores de juventud como los de todos. ¿O no los tuvo en su momento, John? ¿No votó en contra de la independencia de la Unión en su momento? Ahora, ¿no es uno de los triunviros que la encabezan? Si hablamos en tiempo presente, ¿no los está cometiendo ahora? Seré la presencia pública de Umbra, puede repetir la propaganda que corre en redes, pero no puede juzgar a los demás —Asalie abrió los brazos señalando a sus acompañantes— por los actos de ese grupo venido a menos. Me separé y me deslindé de ellos mucho antes de que iniciaran sus acciones terroristas. Investigue bien y no crea en los fakes.

Calló y dejó que sus palabras permearan en los demás. Algunos murmuraban.
—En Umbra entendemos que sólo colaborando se podrán concretar acciones a corto y mediano plazo. Pueden dejar los logos, hacer las campañas publicitarias que necesiten, pero les rogamos encarecidamente evitar el washing. Nisha los puede poner en contacto con el grupo que maneja este tema, conocen cada país, su lenguaje y mantienen alianzas con influencers y grupos activistas. Repito mi pregunta: ¿por qué solamente se tiene en cuenta la prueba de concepto? Traemos una propuesta que complementa lo que expuso el doctor Khasis. Si me permiten.

Tras devolver el micrófono, subió al estrado.
—Por favor, muestren la tercera lámina. Lo que expuso el doctor Khasis es correcto y corresponden a las tres mariposas, los satélites, que orbitan la Tierra mientras ésta gira por debajo. Sus alas están plegadas como origami y con facilidad se pueden expandir y retraer. Nos basamos en el trabajo hecho previamente por la NASA, JASA, la Agencia Espacial de la Unión Europea como compañías del triunvirato. Les agradecemos profundamente que haya liberado las patentes y las heurísticas de inteligencia artificial para desarrollar más modelos. ¿Alguna pregunta?

Los triunviros dijeron que no mientras el doctor Khasis se mantenía a la expectativa. Uno de los abogados de New Space.
—¿Cómo quedarán los derechos de explotación dada la participación de nuestra compañía?
—Mientras quede como tecnología de acceso abierto, haga juguetes o desarrolle hoteles espaciales.
—Me refería a que estamos poniendo a disposición tres de nuestros cohetes, el desarrollo de los prototipos y su puesta en órbita. Es una inversión considerable.
—Una pregunta, ¿señor…?
—Antoine Delalande, consejero legal de…
—Señor Delalande, ¿tiene su teléfono a mano?
—Sí, ¿por qué?
—¿Cuál es? Y no me refiero a la marca, ¿Es un iAnd? Además, trae una de las computadoras más recientes. ¿Translinux como sistema operativo?
—¿Qué tiene que ver esto con los derechos?
—El sistema operativo de sus dispositivos contiene el trabajo de decenas de miles de personas que han invertido millones de horas en crear un fragmento.

—Ese no es el tema. Se invierte capital con la intención de recuperar la inversión y…
—Lo es señor Delalande. ¿Usted les pagó a ellos por su esfuerzo? ¿O le preocupó estar al tanto de la propiedad intelectual? Si le preguntara por los sistemas de New Space y las tecnologías empleadas, hardware y software, ¿qué tanto le deben al copyleft? Si es tema de capital, ¿quién de los presentes cubrieron con creces el esfuerzo de la comunidad? ¿O les preocupó estar al tanto de la propiedad intelectual?
—No, porque es así su licenciamiento. Es decisión de ellos.
—Ese es el punto que estamos charlando, señor Delalande: es una decisión consciente, individual y empresarial. Creemos en la tecnología abierta como factor de cambio. ¿Me permite continuar?

Con una sorna en el rostro, Antoine indicó que sí.
—Gracias. El material de las alas refleja la energía del Sol mientras generan una sombra por debajo. Posiblemente sea el componente más costoso, pero estamos seguros de que encontraremos una solución entre todos. El problema de mantenerlos en órbita a pesar del empuje solar fue resuelto por tres grupos de forma independiente en Sudáfrica, Indonesia y Finlandia. Llevamos siglos navegando mares embravecidos con tecnologías básicas y que son el fundamento de la solución. Aun así, tenemos enfrente un problema mayor: el tamaño de las mariposas que conduce a su cantidad y área que son capaces de cubrir. Siguiente lámina.

Era prácticamente la misma lámina, sólo que en vez de las tres enormes mariposas satelitales era un enjambre en un arco. Las sombras individuales se sumaban para cubrir cierta área.
—No fue parte de la propuesta original.  Los colaboradores de Umbra, unas diez mil personas, buscaron alternativas y tuvieron multitud de discusiones. Finalmente se tomó como referencia el trabajo con los Starlink años atrás. Lo importante no es el tamaño, sino la cantidad. Y su distribución.

La multitud de mariposas estaban dispuestas en una malla. Empezó un video.
—Las mariposas pueden variar en tamaño así que no importa. Desarrollamos una inteligencia artificial que controla el enjambre, lo reubica y corrige fallas de una o varias. Es capaz de plegar o desplegar las alas para manejar la intensidad de energía solar que debe llegar a la superficie. De esta forma se permite el paso total de energía cuando debajo esté una de las decenas de granjas solares al tiempo que reduzca entre un diez y veinticinco por ciento la “insolación” en zonas específicas.

Paró el video. Asalie, en silencio, se encaminó al frente y centro del estrado.
—Ustedes regresarán a sus empresas, discutirán el proyecto con sus ingenieros y técnicos. Éstos les dirán lo que en Umbra sabemos: requerimos de millones de mariposas y varias décadas para un cambio significativo. Y no es la única solución que poner en práctica. Tenemos un desastre en transcurso que nos llevará generaciones arreglar. Lo que les pedimos es su ayuda para un golpe de efecto, para poner allá arriba algo que estará a la vista del planeta. Quédense con la marca como la de su teléfono, señor Delalande; quédense con la fama, triunviro John. No nos importa, seremos cientos de miles, quizá millones cuando mostremos la consecuencia de este esfuerzo dentro de un año. Aunque les suene extraño, la oscuridad virtual y espacial será el símbolo del cambio, de la esperanza.
—Si no son sólo tres mariposas, ¿qué es lo que necesita Umbra? —preguntó el triunviro John.
—Cinco por ciento de la carga útil de los cohetes de turismo espacial por un año. Junto con esas mariposas, la suma de las otras que enviemos nos permitirá oscurecer una pequeña porción del planeta. Y que guardemos silencio al respecto mientras tanto.

Nisha sudaba a mares mientras veía el discurso de Asalie en la Asamblea General de Naciones. Vía redes se logró que la opinión pública presionara para tenerla como oradora principal ese veinticuatro de octubre.
—Estamos listos —comentó el doctor Khasis—. En todo este año me queda claro que ella trae un plan. ¿No es así?
—No exactamente, doctor. Es una visión que no puede esperar. ¿Sabe? Igual que usted, las cuestiones que nos trajeron al antropoceno que no pueden deshacerse de la noche a la mañana. Ni ella, ni usted ni nadie sabe cómo será la situación en un siglo, desconocemos si tendrá cabida un ecocapitalismo, si la civilización evolucionará una forma sostenible, si el planeta se enfriará. No somos profetas, pero sí reconocemos que la ciencia y la tecnología, así como complicaron el asunto, pueden ser una herramienta. Por encima sólo está la cooperación, el trabajo en equipo. No queda otra alternativa.

Debemos trabajar al unísono, paso a paso para concretar acciones que permitan un cambio. Es el momento de proyectos planetarios, de que ustedes como representantes de cada nación, voten por diversas propuestas. Sea como sea, lo haremos con o sin ustedes.”

La imagen en pantalla cambió. El sol que calcinaba la ciudad de Nueva York fue opacado y el edificio de las Naciones Unidas quedó a la sombra.

—Es ahora o nunca.


 

Imágenes por Caktus Digital

Autor(a)

  • (México, 1969) Ing. en sistemas. Autor de cinco libros de cuentos. Publica constantemente en plaquettes, revistas físicas, virtuales e internet. Textos suyos han ganado premios o fueron finalistas. Ha sido seleccionado para participar en diversas antologías. Imparte talleres de escritura. Pertenece a la generación 2020-2022 de Soconusco Emergente. Prepara su primera novela y dos libros de cuentos.

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