Si algo distingue a los textos especulativos actuales de los escritos a finales del siglo pasado es que sus personajes no parecen tener un rango de acción limitado. Este dato, que bien podríamos tomar simplemente como una nota sobre un recurso narrativo, es fundamental para identificar una transformación significativa en la manera de entender el futuro. De hecho, no es exagerado afirmar que resulta esperanzador.
En el arte de visión futurista, el cierre del siglo XX atestiguó el auge de temas como la distopía y los (post)apocalipsis. Frente a factores como el desborde de los extremos económicos o la invasión digital, se gestaron movimientos estético-sociales del estilo del cyberpunk, cuya naturaleza es contracultural, rebelde y combativa, pero a fin de cuentas resignada hasta el nihilismo. Los protagonistas de sus historias ‒fueran aventurados, habilidosos o inteligentes‒ se encontraban siempre con un muro imposible de destruir. Y, si acaso escapaban renunciaban a todo, absolutamente todo. Glosando a Ignacio Sánchez Prado, la mirada apocalíptica parecía ser la única solución para un mundo en el que los problemas habían llegado al punto de la irreversibilidad. Como si se tratara de una fórmula alquímica: sólo la muerte total de las cosas podría prometer nueva vida.
Es sorprendente que, apenas unas décadas más tarde, cuando la crisis ecosocial se ha vuelto aún más compleja, la facultad imaginativa de nuestra especie ha sido capaz de proyectar futuros viables.
Esto es el cli-fi.
No una invitación ingenua a escaparnos de nuestra circunstancia para ingresar en un santuario efímero; sino un enorme esfuerzo por encontrar vías de salida en un laberinto cada vez más cerrado. Y, si no es posible encontrarlas, al menos sugerirlas en comunidad.
Solarpunk, ecofuturismo, cli-fi o clima ficción. Cada término abarca más o menos actividades humanas, mira hacia uno u otro sentido, pero todos coinciden en un punto: “una visión de un futuro que encarna lo mejor que la humanidad puede lograr un mundo post-escasez, post-jerárquico y post-capitalista donde la humanidad se ve como parte de la naturaleza y las energías limpias sustituyen a los combustibles fósiles.” (ReDes, Un Manifiesto Solarpunk)
Las respuestas a esta primera convocatoria de nuestra “I Convocatoria de Clima-ficción: “Ficción y Futuridad Ecosocial” han confirmado esa visión. Más allá de la distopía y antes del apocalipsis, se encuentra nuestra capacidad para colaborar con Natura; con la mirada puesta a un futuro sostenible. Al leer los relatos recibidos, corroboramos con entusiasmo que las palabras no son una añadidura ociosa sobre el mundo, sino que cada una de las historias construidas con ellas proyectan un programa de acción posible. Leer ficción es trazar posibilidades que luego llevaremos al mundo. Cuando los lectores se enfrenten a los cuentos, deseamos que ‒además de disfrutarlos, claro‒ se pregunten junto a nosotros: ¿cómo hacer de estas propuestas una solución viable?