La catástrofe climática-ecológica, síntoma de un sistema económico enfermo

Fotografía de Markus Spiske

Cada año se rompen récords de temperatura en todo el planeta y ocurren eventos climáticos, cada vez más frecuentes y extremos. El derretimiento de los polos se acelera y fenómenos como El Niño, producen consecuencias sin precedentes. Y eso que estamos a 1.2 grados Celsius (ºC) de calentamiento en relación con niveles preindustriales. Según el sexto análisis del Panel Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC), publicado este año, estamos en una trayectoria hacia un incremento de 3.2 ºC para finales de siglo [1].

¿Qué significa un aumento de 3.2 grados Celsius? Significa someter a casi la mitad de la población humana, entre 3.3 y 3.6 mil millones de personas, a decidir entre morir o, si les es posible, migrar [1]. Es difícil dimensionar el nivel de sufrimiento humano que ocasionará la catástrofe climático-ecológica si se mantiene la trayectoria actual. Para el año 2050, se espera que 20 millones de personas, solo de Bangladesh, sean desplazadas por estas catástrofes. [1]. En algunas décadas, la mayor parte de los trópicos será inhabitable para los humanos si continuamos bajo la trayectoria actual [2]. La cifra fatal, los 3.2 ºC, representará la catástrofe más grande y violenta experimentada por nuestra especie; significa entrar a un mundo en el que nadie quiere, ni debería, vivir. Y es allá hacia donde estamos yendo, sin freno alguno.

Cínicamente, a pesar de que se han alcanzado acuerdos internacionales desde los años noventa para limitar el calentamiento global, se ha emitido a la atmósfera más dióxido de carbono (el gas con efecto invernadero más abundante, correlacionado casi perfectamente con el aumento de la temperatura atmosférica) en las tres últimas décadas, que en toda la historia previa de la humanidad [3]). ¿Qué está pasando? ¿Por qué si entendemos la problemática, no la hemos podido frenar?
La ciencia ha dado y produce respuestas puntuales a esta problemática; pero los intereses de la economía capitalista impiden una solución racional.

Las emisiones de GEI y el colapso de los ecosistemas que sostienen a nuestras sociedades son síntomas de una enfermedad; es la tos de un planeta enfermo. Pero no son la enfermedad en sí. El cáncer que ha invadido a nuestro planeta es el sistema económico actual: el capitalismo, junto con la obsesión de hacer crecer ‘la economía’ infinitamente y aumentar ganancias. Y si no se cura la enfermedad, no se aliviarán los síntomas. Podríamos cambiar nuestras fuentes de energía a fuentes ‘limpias’. Pero bajo el sistema económico actual, esto no nos sacaría de la trayectoria en la que estamos navegando hacia una catástrofe colectiva [5].

El mundo se ha contagiado de un falso dogma económico: es necesario crecer el P.I.B. (el producto interno bruto, el valor monetario de bienes y servicios de un país/del mundo). Aunque el P.I.B. varíe año con año, se busca que continúe creciendo porcentualmente. Pretenden hacernos creer que entre mayor sea el porcentaje de crecimiento del P.I.B., serán mejor el país, el mundo, y más feliz la humanidad. Lo que no nos dicen, porque no conviene a sus intereses económicos, es que hay una correlación casi perfecta entre el aumento del P.I.B. mundial, su uso de materiales y las emisiones de GEI [6]. Y crecer la economía en términos porcentuales significa aumentarla de manera exponencial. Como el crecimiento de un virus o de un cáncer, si el P.I.B. crece 3 % cada año, este se duplica cada 24 años. Y con él, los materiales extraídos y las emisiones generadas.

Nuestro planeta tiene límites físicos, y no se puede negociar con la física. La realidad que tenemos que aceptar y defender, es que es incompatible crecer en todos los ámbitos económicos del mundo, en un planeta cuyos recursos son finitos. Tarde o temprano, tenemos que escoger entre frenar el crecimiento económico, de forma ordenada y democrática, o no hacer nada. Podemos esperar a que se agoten los minerales, se talen todos los árboles que capturan CO2, que nos dan oxígeno, y que sostienen a los polinizadores de nuestros alimentos (ya hemos cortado la mitad de los árboles del mundo [7]), que se vacíen los acuíferos que nos dan agua dulce [8], y entonces sea el planeta quien frene el crecimiento económico por nosotros [9].

Estamos en un momento histórico único. La sobrevivencia de nuestra especie está en el limbo, encaminada hacia un precipicio [10]. Tal vez más preocupante, y poco entendido, es que el sistema físico-climático del planeta tiene puntos de inflexión que, una vez cruzados, no se podrán frenar. Entre estos puntos de inflexión están la muerte regresiva del Amazonas, el descongelamiento de Groenlandia, de las capas de hielo del Ártico, y de la Antártida [11]) y el derretimiento del permafrost boreal, que podría liberar grandes cantidades de gas carbono y aumentar la gravedad del calentamiento global.

Si nuestras sociedades colapsan este siglo, o no, depende de las acciones que tomemos en los siguientes años, o que dejemos de tomar. Este es el momento preciso para cuestionar, de forma radical, falsos dogmas y preguntarnos: ¿Por qué se mantiene un crecimiento económico exponencial? ¿Qué nos trae el P.I.B.?

Hoy en día, el P.I.B. mundial ronda los 100,000,000 millones de dólares estadounidenses anuales: un nivel de riqueza exorbitante. Sin embargo, en ese marco de bonanza, hay más de 800 millones de personas que viven con hambre; la mitad de la humanidad vive con menos de 6 dólares al día [12], 9 millones de personas mueren al año por contaminación atmosférica [13], y dos terceras partes de la humanidad, 4 mil millones de seres humanos, vive bajo estrés hídrico severo, al menos un mes al año [14]. Si hay millones de excluidos, entonces, ¿quiénes son los beneficiarios de esa riqueza? Son los que crearon, mantienen y defienden, a capa y espada, el sistema económico actual.

Desde el año 2020, el 1 % más rico se ha quedado con casi dos tercios de toda la nueva riqueza mundial, con casi el doble de dinero que ha obtenido el 99 % más pobre de la población mundial [15]. La fortuna de los multimillonarios aumenta 2.7 mil millones de dólares diarios [15]. En México, el 1 % más rico obtiene el 26.1 % de los ingresos, y son dueños del 46.9 % de la riqueza. En el otro extremo, el 50 % más pobre de nuestro país obtiene únicamente el 9.2% de los ingresos, el 0.2 % de la riqueza y vive en deuda permanente [16].

Emblemáticamente, aunque el P.I.B. de E.U.A. es 6 veces más grande que el de Costa Rica (70,000 y 12,000 dólares per cápita, respectivamente), ambos países tienen la misma esperanza de vida (77 años). Sin embargo, E.U.A., o su P.I.B., es responsable del 40% de las emisiones excedentes de GEI del mundo [17], y es responsable también de millones de muertes y de sufrimiento dentro y lejos de sus fronteras.

Para entender lo absurdo de creer que el P.I.B. es sinónimo de bienestar humano, hay que saber que una sociedad sana tiene un P.I.B. menor que una sociedad enferma, porque visitar hospitales sí contribuye al P.I.B. Una sociedad que deforesta tiene un P.I.B. mayor que una sociedad que conserva. Una sociedad que reúsa y recicla, tiene un P.I.B. más bajo que aquélla que tira todo y lo vuelve a comprar. Tirar casi la mitad de la comida mundial a la basura, como ocurre hoy en día [18], eleva el P.I.B, pero –paradójicamente– no alimenta a los millones de personas que sufren y mueren por hambre.

Medir bienestar humano a través del P.I.B. es un dogma que han impuesto los poderosos y que pocas personas cuestionan. Simon Kuznets, el economista que desarrolló la medida del P.I.B., dijo en 1962: “Se debe distinguir entre cantidad y calidad de crecimiento, entre costos y retornos, y entre corto y largo plazo. Objetivos de más crecimiento deben especificar crecimiento de qué, y para qué”.

Podemos agregar ¿y para quién? Aun así, seguimos viendo en todos los medios de comunicación indicadores de ‘crecimiento económico’, como si este fuera el objetivo último de la humanidad. Los incrementos del P.I.B. no se traducen en salud, educación, vivienda digna, artes, deportes, igualdad social, si no se destinan recursos específicos para esos objetivos.

El sistema económico actual, con o sin catástrofe ecológica-climática, le ha fallado a la humanidad. Millones de personas están sufriendo las consecuencias del sistema capitalista, tanto por las injusticias sociales y económicas que engendra, como por sus efectos en el clima. Y mientras haya injusticias sociales, no se podrá frenar la catástrofe climático-ecológica. Porque el 10 % más rico de los humanos genera el 50 % de las emisiones del mundo [19], y los millonarios producen, por sí solos, suficientes emisiones para romper el Acuerdo de París [20]. Mientras tanto, el 99.7 % de las personas que serán sometidas a condiciones climáticas extremas, o que ya están siendo sometidas, viven en el ‘Sur Global’ [21]; son aquellas que no han contribuido a generar la catástrofe climático-ecológica, y quienes nunca tuvieron voz ni voto en diseñar el sistema económico global en el que vivimos.

La crisis climático-ecológica y la crisis económica son dos caras de la misma moneda. Solo se puede frenar la catástrofe climático-ecológica si se ataca a la raíz del problema: cambiar el sistema económico mundial. Por más titánica que sea esta tarea, es la única alternativa para que futuras generaciones sobrevivan y habiten un lugar digno de vivir.

Una buena noticia dentro de la crisis global que nos toca vivir, es que sus consecuencias son tan graves y universales, que pueden unificar todas las luchas sociales y construir un mundo con justicia social y ecológica.

Es hora de que todas y todos digamos: ¡Descansa en paz, Producto Interno Bruto! ‘R.I.P.’ al P.I.B.

 


Para leer más:
Less is more, Jason Hickel. (https://www.jasonhickel.org/less-is-more)
Esto lo cambia todo, Naomi Klein. (https://pendulo.com/libro/esto-lo-cambia-todo_391092)
The Future is Degrowth: A Guide to a World beyond Capitalism, Aaron Vansintjan, Andrea Vetter & Matthias Schmelzer. (https://www.versobooks.com/en-gb/products/2620-the-future-is-degrowth)


Referencias:
[1] Lee, H., Calvin, K., Dasgupta, D., Krinner, G., Mukherji, A. and Thorne, P., et al. 2023 Synthesis Report of the IPCC Sixth Assessment Report (AR6).
[2] Mora, C., Dousset, B., Caldwell, I.R., Powell, F.E., Geronimo, R.C., Bielecki, C.R., Counsell, C.W., Dietrich, B.S., Johnston, E.T. & Louis, L.V. 2017 Global risk of deadly heat. Nature Climate Change 7, 501-506.
[3] Legg, S. 2021 IPCC, 2021: Climate change 2021-the physical science basis. Interaction 49, 44-45.
[4] Stoddard, I., Anderson, K., Capstick, S., Carton, W., Depledge, J., Facer, K., Gough, C., Hache, F., Hoolohan, C. & Hultman, M. 2021 Three decades of climate mitigation: why haven’t we bent the global emissions curve? Annual Review of Environment and Resources 46, 653-689.
[5] Hickel, J. 2019 The limits of clean energy. Foreign Policy 6. https://foreignpolicy.com/2019/09/06/the-path-to-clean-energy-will-be-very-dirty-climate-change-renewables/
[6] Hickel, J. & Hallegatte, S. 2022 Can we live within environmental limits and still reduce poverty? Degrowth or decoupling? Development Policy Review 40, e12584.
[7] Crowther, T.W., Glick, H.B., Covey, K.R., Bettigole, C., Maynard, D.S., Thomas, S.M., Smith, J.R., Hintler, G., Duguid, M.C. & Amatulli, G. 2015 Mapping tree density at a global scale. Nature 525, 201-205.
[8] Famiglietti, J.S. & Ferguson, G. 2021 The hidden crisis beneath our feet. Science 372, 344-345.
[9] Murphy Jr, T.W., Murphy, D.J., Love, T.F., LeHew, M.L. & McCall, B.J. 2021 Modernity is incompatible with planetary limits: developing a PLAN for the future. Energy Research & Social Science 81, 102239.
[10] Kemp, L., Xu, C., Depledge, J., Ebi, K.L., Gibbins, G., Kohler, T.A., Rockström, J., Scheffer, M., Schellnhuber, H.J. & Steffen, W. 2022 Climate Endgame: Exploring catastrophic climate change scenarios. Proceedings of the National Academy of Sciences 119, e2108146119.
[11] Armstrong McKay, D.I., Staal, A., Abrams, J.F., Winkelmann, R., Sakschewski, B., Loriani, S., Fetzer, I., Cornell, S.E., Rockström, J. & Lenton, T.M. 2022 Exceeding 1.5° C global warming could trigger multiple climate tipping points. Science 377, eabn7950.
[12] UNICEF. 2022 The State of Food Security and Nutrition in the World (SOFI) Report-2022. https://www.fao.org/3/cc0639en/online/cc0639en.html
[13] Vohra, K., Vodonos, A., Schwartz, J., Marais, E.A., Sulprizio, M.P. & Mickley, L.J. 2021 Global mortality from outdoor fine particle pollution generated by fossil fuel combustion: Results from GEOS-Chem. Environmental Research 195, 110754.
[14] UNICEF. 2021 Water scarcity: addressing the growing lack of available water to meet children’s needs. UNICEF (United Nations International Children’s Emergency Fund). https://www.unicef.org/wash/water-scarcity.
[15] Christensen, M.B., Hallum, C., Maitland, A., Parrinello, Q. & Putaturo, C. 2023 Survival of the Richest: How we must tax the super-rich now to fight inequality.
[16] Chancel, L., Piketty, T., Saez, E. & Zucman, G. 2022 World inequality report 2022, Harvard University Press.
[17] Hickel, J. 2020 Quantifying national responsibility for climate breakdown: an equality-based attribution approach for carbon dioxide emissions in excess of the planetary boundary. The Lancet Planetary Health 4, e399-e404.
[18] Nations, F.a.A.O.o.t.U. 2013 Food wastage footprint: impacts on natural resources: summary report, Food & Agriculture Organization of the UN (FAO).
[19] Chancel, L. 2022 Global carbon inequality over 1990–2019. Nature Sustainability 5, 931-938.
[20] Gössling, S. & Humpe, A. 2023 Millionaire spending incompatible with 1.5° C ambitions. Cleaner Production Letters 4, 100027.
[21] Lenton, T.M., Xu, C., Abrams, J.F., Ghadiali, A., Loriani, S., Sakschewski, B., Zimm, C., Ebi, K.L., Dunn, R.R. & Svenning, J.-C. 2023 Quantifying the human cost of global warming. Nature Sustainability, 1-11.

*Fotografías de Markus Spiske

*Las opiniones expresadas en nuestras publicaciones son responsabilidad exclusiva de sus autores y no pretenden reflejar ni representar el pensamiento y la posición ideológica de Proyecto Tropósfera. 

Autor(a)

  • Es Bióloga por la UNAM y Doctora en Zoología por la Universidad de Cambridge. Cuenta con 5 años de Postdoctorado en Ecología y Evolución por la Universidad de Laussane, Suiza. Actualmente es Investigadora Titular “A” en Biología, Ecología y Conservación de Artrópodos en Ecosistemas Terrestres, en la red de Ecoetología del Instituto de Ecología (INECOL).

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