“El Cuento de la criada” y la Crisis Climática

Marshiari Medina

La crisis climática provoca crisis humanitarias debido a una serie de factores interrelacionados que afectan directamente a la vida humana y al entorno en el que se desarrolla. Sumado a eso, la crisis climática agrava las desigualdades de género existentes al afectar de manera desproporcionada a las mujeres —sobre todo, por ahora, a las de los países más pobres— y limitar su capacidad para hacer frente a los impactos adversos, debido a varias razones interrelacionadas, como roles de género tradicionales, menor acceso a recursos o servicios de salud, violencia de género y otras formas de vulnerabilidad.

Por ejemplo, durante una inundación o una sequía, las mujeres embarazadas, las madres lactantes (además de niños y personas mayores) pueden enfrentar mayores riesgos sanitarios debido a la falta de acceso a servicios médicos adecuados y alimentos nutritivos. Asimismo, en contextos de desastre (pero no solo en ellos), se pueden ver excluidas con mucha frecuencia de la toma de decisiones a nivel comunitario y político; esto, como resultará evidente, dificulta su capacidad para abogar por sus necesidades e intereses en la planificación y la implementación de medidas de mitigación y adaptación en condiciones de desastre socio-natural. La inseguridad alimentaria, por hablar de un caso patente hoy día, las somete a la vulnerabilidad de una profundamente destructiva dependencia económica y aumenta su riesgo de ser explotadas y abusadas.

En este orden de ideas, la novela de Margaret Atwood que aquí se reseña, El cuento de la criada (The Handmaid’s Tale) —publicada en 1985, hace ya más de 38 años —, nos sumerge en un mundo distópico que ha dejado una huella indeleble en la literatura contemporánea: un mundo opresivo, totalitario y patriarcal, donde una crisis ambiental provoca que la mayoría de la población de mujeres se vuelva estéril, desencadenando una crisis humanitaria donde los derechos de las mujeres han sido suprimidos, siendo relegadas al cumplimiento de roles sumisos y reproductivos del orden existente.

Es así, que, en esta obra maestra, el cambio climático se nos aparece como una amenaza potencial, no sólo para el medio ambiente, juzgado como una entidad externa, sino también para la sociedad que en el habita y del que forma parte.

El escenario ficticio de la gran República de Gilead, es un estado teocrático y fundamentalista en Estados Unidos. En él, las mujeres son subyugadas, despojadas de sus derechos y clasificadas en diferentes roles según su utilidad para la sociedad. Entre estos roles se encuentra el de las criadas, mujeres fértiles destinadas a procrear para las élites estériles del régimen.

La narrativa se centra en Offred, una criada cuyo nombre refleja su posición como propiedad del Comandante al que está asignada. A través de sus ojos, el lector es testigo de las horribles injusticias y el sufrimiento que las mujeres enfrentan en esta sociedad distópica. Sin embargo, también se vislumbra la resistencia y la lucha silenciosa por la libertad y la dignidad humana.

Lo que hace que El Cuento de la criada sea tan impactante es su relevancia atemporal. A pesar de haber sido escrito hace décadas, el mundo distópico de Atwood resuena poderosamente en la actualidad, sirviendo como una advertencia contra la crisis ambiental, el fundamentalismo, el patriarcado y la destrucción de los derechos humanos.

La narrativa de Atwood se distingue por su simplicidad estilística, pero no por ello deja de ser una ficción provocadora que resuena en la mente de los lectores, llevándonos a cuestionarnos sobre nuestro destino en un futuro donde el cambio climático prevalezca. ¿Cómo podemos contribuir a la ayuda de las poblaciones más vulnerables que actualmente experimentan distopías que superan la ficción de Atwood?

En la actualidad, nos enfrentamos a una crisis climática que amenaza la existencia de diversas comunidades y tiene un impacto negativo en las economías locales y nacionales. Esta situación desencadena desplazamientos masivos, hambrunas, conflictos por recursos y una serie interminable de problemas humanitarios verdaderamente graves. El año pasado, 2023, se registró como el más caluroso de los últimos 174 años, con una temperatura media de 1.48º C, prácticamente sobrepasando el límite acordado en la COP21 de París. En este acuerdo, gobiernos de todo el mundo se comprometieron a combatir el cambio climático y a intensificar las acciones para reducir las emisiones de carbono, aunque en la práctica no hayan llevado a cabo labores que atiendan dichos compromisos.

Es en este contexto, el de nuestro presente, que ficción y realidad se entrelazan de formas que antes parecían improbables, y donde la novela de Margaret Atwood se reactualiza para hablarnos sobre la consistencia de nuestro tiempo más allá del cacareo de los mass media y de las arengas de los publicistas del greenwashing. Atwood es una maestra en la creación de mundos vívidos y personajes complejos, y, en este relato, es muy clara su intención de hacer una llamada de atención sobre los peligros de las crisis climática y las fuerzas económico-políticas que moldean nuestra sociedad. Se trata de elementos que, desde la ficción y sus potencias reveladoras, pueden llevarnos a entablar conversaciones significativas y a emprender acciones de cambio más allá de las simulaciones “verdes” de hoy.


 

*Imágenes: Caktus Digital

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Autor(a)

  • Marshiari Medina

    Es directora creativa de Proyecto Tropósfera. Aficionada del chocolate, vive en una geometría cósmica hecha de mundos gobernados por lógicas pop no-euclidianas.

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